Testimonio de Lisandro de Argentina

Pier Giorgio Frassati
“Un amigo y compañero de camino”

“Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?” (Mc. 10, 17ss).

Pier Giorgio también era un joven rico. Había nacido en una familia “importante”. Hijo del Senador Frassati (su padre era el dueño del gran diario “La Stampa”), P.G. pertenecía a la alta burguesía y tenía un futuro asegurado. Como aquel joven que se acercó a Jesús en los caminos de Judea, P.G. se preguntó sobre el sentido de la vida: “¿qué debo hacer para conseguir la Vida eterna?”. Pero mas que en el haberse hecho una gran pregunta, elsecreto de la santidad de P.G. radica en que encontró una gran respuesta: JESUCRISTO.
 Y porque encontró en Jesucristo el sentido de su vida, tuvo por nada todo el “buen pasar” que su familia le aseguraba; y entendió que su existencia se hacía plenamente humana en el seguimiento de Cristo y en el servicio a los hermanos. De este modo, pudo “darse todo a todos”. Hasta en aquel “día bello” de su muerte, traspasado por el dolor de la enfermedad, no se olvidó de sus amigos los pobres: muriendo, estaba sirviendo; muriendo, estaba amando.

Como dijo alguna vez el siempre amado san Juan Pablo II: “yo también sentí el influjo benéfico de su ejemplo, y como estudiante quedé impresionado por la fuerza de su testimonio cristiano”.
También yo conocí a P.G. en mis años de estudiante universitario. Al leer sobre su vida (“Pier Giorgio Frassati. La santidad posible y cotidiana”; y el libro escrito por su hermana Luciana “Pier Giorgio Frassati. Los días de su vida”), sentí el entusiasmo y el desafío que provoca la vida de este joven radiante. Una vida breve pero llena de sentido y muy fecunda, porque “un poco de levadura hace fermentar toda la masa” (1Cor. 5,6). Con tan sólo 24 años “alcanzó la plenitud de una larga vida” (Sab. 4,13), ya que “la vejez honorable no consiste en vivir mucho tiempo ni se mide por el número de años: los cabellos blancos del hombre son la prudencia, y la edad madura, una vida intachable” (Sab. 4, 8-9).
 P.G. “se hizo agradable a Dios”(Sab. 4,10) porque comprendió que “Dios es amor” (1Jn. 4,8) y quevivir bien es vivir amando.
Quizá por su juventud, el testimonio de P.G. me fascinó. Dos actitudes me han atraído de él: su amor por las cosas bellas (la fe en Dios, la creación, la amistad); y su alegría, fruto de ese amor.
 Su ejemplo ha sido un estímulo y una ayuda: para poder sentir con mayor fuerza la belleza de creer en Cristo, porque “vivir sin fe, no es vivir, sino sólo durar”. Y para amar a Dios en la belleza de su creación.
 Tenerlo por amigo significa para mí, santificar en el Señor Jesús la amistad y la alegría, como él mismo lo hizo.
 Tenerlo por amigo es contar con un amigable guía “hacia las alturas”.

P.G. no se fue triste, como aquel joven rico del Evangelio, porque descubrió que la fuente de toda verdadera alegría está en Jesucristo.
Hoy reina con Cristo, porque no tuvo miedo dedarlo todo y seguirlo. “Quien deja entrar a Cristo no pierde nada –absolutamente nada- de lo que hace a la vida libre, bella y grande... Cristo no quita nada, y lo da todo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural del pontificado).
Pier Giorgio Frassati es la experiencia vivida de esta Buena Noticia.
Pier Giorgio, gracias por tu amistad, gracias por ayudarme a seguir a Jesús “entre aquellos senderos de la Fe y de la Esperanza que abren la mirada al rostro del Amor”. Amén.
Verso l’alto

P. Lisandro I. Rodríguez.